20 de octubre de 2023

El valor de la atención, o cómo nos roban el tiempo

Nadie sabe nunca en qué época vive. Eso lo sabemos gracias a los libros de historia. Los habitantes de lo que nosotros hemos llamado Paleolítico no eran conscientes de que se podían hacer las cosas de otra manera. Vivían el día a día como habían aprendido de sus antepasados y, la gran mayoría de ellos en aquellos tiempos, morían sin haber experimentado grandes cambios en su manera de vivir. Estos cambios que hoy se estudian a brocha gorda en la escuela fueron tan lentos que para quienes lo vivieron eran imperceptibles. 

Quizás mi abuelo, nacido en 1918, sí experimentó más cambios sociales, algo más palpables. Pero no creo que, en lo fundamental, su vida fuera muy diferente antes de la guerra civil que en su jubilación. Vivió 99 años y se adaptó de tal manera a los tiempos que le tocó vivir que parecía increíble que se interesara por los ordenadores primero y por internet después. Si lo pienso bien, para él debería ser ciencia ficción poder encontrarlo todo en la Red, pero él lo asumió con una naturalidad tan grande, se adaptó tan bien a los tiempos nuevos según surgían, que nada le afectó. Todo lo contrario, era un incentivo para seguir aprendiendo. 

Sí podíamos pensar que toda nueva generación ha vivido, o tenía la esperanza de vivir, mejor que la anterior. En cambio, esa seguridad de que el futuro será mejor, está hoy en día en entre dicho. Quizás la historia, y el paso del tiempo, nos muestre que sí seguimos esta senda de mejoría, aunque yo tengo mis reservas. 

Estoy leyendo el libro El valor de la atención. Cómo estos tiempos de internet y de lo "social" con sus respectivas aplicaciones nos están robando un tiempo valioso y, además, están consiguiendo cercarnos como a un rebaño de ovejas. 

Su intención no es, en absoluto, oscura. No es oscura en el sentido de que no lo ocultan. Todas las aplicaciones están diseñadas para que permanezcamos todo el tiempo posible mirando la pantalla. De esta manera aumenta la publicidad y los ingresos por la misma, que es a lo que se dedican estas grandes empresas. El inconveniente radica en que, por primera vez, las nuevas generaciones son "menos listas" que la anterior. 

Nuestro cerebro no trabaja, no atiende, no se esfuerza. Esta visión apocalíptica la vemos todos los días en las aulas. Niños que no son capaces de mantener la atención, que quieren su gratificación al momento y, que si no consiguen lo que quieren, no son capaces de tolerar la frustración. Adolescentes cansados, atontados. 

Este mundo de rapidez, de cebo informativo no hace más que generar ciudadanos estresados, insatisfechos y moldeables. No es de extrañar que las élites, las personas que diseñan este mundo, alejen a sus hijos de las trampas que han creado. No es de extrañar que las zonas reservadas a la clase alta, las zonas premium de aviones, aeropuertos, hoteles... se respire tranquilidad, silencio, lentitud, calma.

En la actualidad el valor no está en lo material. Está en volver a una vida como la de hace 100 años, al mundo de mi abuelo, al menos a ese mundo respecto a lo social. Más humano, más colaborativo y de ayudarse. Una vida más contemplativa, más pensativa y más filosófica. 

En definitiva volver a ser dueños de nuestro tiempo.





2 comentarios:

  1. Hola RAFA! acabo de ver tu comentario en mi blog ( gracias) me he pasado a saludarte, te he leído y no puedo estar más que totalmente de cuerdo con todo lo que comentas aquí. Vivimos en la sociedad de la inmediatez, la ley del mínimo esfuerzo, el beneficio rápido y el quítate tú para ponerme yo… Rodeados de mil estímulos que nos tienen despistados y enloquecidos, tanta sobreinformación que cada vez estamos más desinformados y tan globalizados como solos antes unas pantallas que se han convertido en el único horizonte conocido, así que sí o nos descolgamos o terminaremos tontos perdidos, como el tema que acabo de colgar y no has visto aunque me da que no es tu estilo.. por lo que intuyo en lo poco que te he visto por aquí, me pareces bastante más contundente, puede que hasta metalero jajaja ( meeencanta la música, toda… bueno, casi todos los estilos ; ) otra vez gracias, un placer leerte!

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    1. Gracias, María, por contestar. Llevo muuuchos años pendiente de retomar un blog como "Dios manda", por eso las entradas sobre música son de hace varios años. La intención es desligarme de eso y hacer algo más poliédrico pero sin olvidar mis pasiones sonoras.
      Sobre música, si te sigues pasando, verás que soy muy ecléctico. Lo mismo el metal extremo que Manzanita, Cohen, El niño gusano o Nick Drake. Y por supuesto, Bunbury. Ese disco, Expectativas, hizo que me reconciliara con él. Lo tengo, junto a Flamingos y Pequeño, entre mis favoritos.
      Ese toque de saxo que le imprimió al estilo del último Bowie (Blackstar) le vio de perlas. Y es que Bowie ha sido influencia taaan directa de tantos artistas. Da para entrada.
      Lo dicho, muchas gracias por venir, ¡y nos seguimos leyendo!

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Fábula sobre la mierda